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LOS PRODUCTOS DE TUKAOS SE ELABORAN BAJO PEDIDO

El traje no ha muerto: lo que aún significa vestir con estructura

Se ha dicho muchas veces que el traje ha muerto. Que es un símbolo de otro tiempo. Que el mundo contemporáneo —flexible, veloz, desestructurado— ya no necesita este tipo de prendas. Se dice que la gente quiere comodidad, no rigidez. Movimiento, no encorsetamiento. Y sin embargo, cada vez que alguien entra en nuestro taller y se prueba un traje por primera vez, pasa lo mismo: el cuerpo cambia. Se afirma. Se organiza. Se recuerda.

Porque el traje no ha muerto. Lo que ha muerto es la obligación de llevarlo.

Hoy, vestir un traje ya no es una imposición social. Es una elección personal. Y eso lo hace más poderoso. Quien decide llevar un traje en 2025 lo hace porque ha entendido algo sobre sí mismo. Porque quiere que su cuerpo diga algo sin hablar. Porque reconoce el valor de la estructura, no como prisión, sino como apoyo.

En Tukaos no concebimos el traje como uniforme, sino como arquitectura emocional. Un buen traje no te transforma en otro. Te encuadra. Te revela. Te permite decidir cómo entrar en una conversación, en una sala, en un recuerdo. La clave está en la estructura, sí, pero también en la intención.

Diseñamos trajes con líneas limpias, hombros que acompañan, cinturas que sugieren sin marcar. Apostamos por tejidos nobles, que respiran, que envejecen con belleza. El traje no tiene por qué ser incómodo. La incomodidad viene del mal corte, de la prisa, de la prenda impersonal. Un traje bien hecho se adapta como un segundo lenguaje. Se mueve contigo, no contra ti.

La desaparición del traje como código obligatorio abre un territorio más interesante: su uso como declaración estética y ética. Es vestir con precisión en un mundo saturado de ambigüedad. Es poner orden —no control— al cuerpo. Es decir: “esto soy”, con calma, sin ruido.

El traje también es una forma de detener el tiempo. Frente a la lógica de lo desechable, del usar y tirar, del “lo llevo hoy y mañana ya no”, el traje bien hecho permanece. No sigue modas: las observa, las filtra, y sigue su camino. Lo heredas. Lo arreglas. Lo haces tuyo. No envejece: madura.

En nuestro taller, vemos a diario cómo cambia la expresión del cliente cuando se prueba una americana con la estructura adecuada. No es solo estética. Es seguridad. Es respeto. Es una manera de habitar el cuerpo con mayor conciencia.

Así que no, el traje no ha muerto. Lo que ha muerto es la idea de que solo sirve para los lunes, para la oficina, para el protocolo. Hoy, el traje sirve para cuando uno necesita decir algo importante. Aunque ese algo sea tan simple —y tan complejo— como “me conozco”.

El traje ha dejado de ser símbolo de poder. Y eso es una buena noticia. Porque ahora puede ser símbolo de verdad.

EL NOTICIERO DE MARCO DIONNE

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