La jet set fue, durante décadas, un símbolo de exceso, libertad, elegancia desbordada y una cierta provocación aspiracional. Marbella, Costa Azul, Miami. Hombres en lino, mujeres con gafas grandes y bocados de oro al cuello. Y sin embargo, detrás de toda esa estética ruidosa, había también una energía: la de disfrutar la vida con intensidad, la de vestirse con intención incluso bajo el sol, la de cuidar cada gesto, cada tela, cada silueta como si fuese un manifiesto.

En Tukaos no nos interesa imitar esa imagen. Nos interesa reinterpretarla.

Rescatamos de aquella época el deseo de vestirse con presencia, de crear una silueta que hable antes que uno mismo. Pero lo hacemos desde una ética distinta, más sobria, más interior. Reemplazamos el exhibicionismo por narrativas sutiles. Cambiamos el derroche por la precisión. Donde antes hubo ruido, ahora hay intención.

Nuestra estética bebe de los 80 no por nostalgia, sino por memoria. Nos inspira el gesto, no la ostentación. Nos interesa esa confianza en el vestir, esa manera de ocupar espacio con soltura. Pero elegimos hacerlo desde una nueva conciencia: materiales sostenibles, confección limitada, producción local, respeto por el proceso.

En colecciones como Tempus Messis, Tukaos ha jugado con esa frontera entre lo clásico y lo atrevido. Las americanas cruzadas, los tejidos nobles, los cuellos que recuerdan a una era donde la noche era un acto estético. Pero no hay ironía ni caricatura. Solo una revisión honesta de aquello que —aunque parezca lejano— aún resuena.

El nuevo jet set no viaja en yate, viaja en relato. No se define por el precio de lo que lleva, sino por lo que ha decidido no llevar. No necesita ser visto para sentirse presente. Sabe que el lujo es más gesto que grito, más elección que acumulación.

A través de piezas como el perfume VICIO o los pañuelos de seda cosidos a mano, Tukaos propone una experiencia sensorial completa. Como lo hacía el lujo de antes, pero con otra escala, otro ritmo, otro lenguaje.

Nuestra jet set no es un destino. Es una actitud.

Una forma de volver a mirar los códigos del pasado con los ojos del presente. Una invitación a vestir bien no para mostrar, sino para habitarse mejor. Porque la elegancia no está en volver al pasado, sino en saber qué parte del pasado merece quedarse con nosotros, transformada.